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domingo, 10 de abril de 2011

Unas bravas junto a los espejos deformantes del Callejón del Gato, en el Madrid de Valle Inclán


Han desaparecido los espejos deformantes del callejón del Gato, en plano centro de Madrid, en los que Valle-Inclán veía España transformada en esperpento a través de los ojos agonizantes de Max Estrella. Ni el callejón es ya el callejón, ni los espejos los mismos que inspiraron la reflexión del último bohemio. El callejón es hoy calle de Álvarez Gato, poeta cortesano de rancio linaje madrileño que llegó a ser mayordomo de Isabel la Católica; y los espejos, que hasta hace poco servían de reclamo de un establecimiento especializado en "patatas bravas", son copias reducidas de los dos grandes espejos de cuerpo entero, cóncavo el uno y convexo el otro, a los que se acercaban. los niños y los adolescentes por ver sus imágenes deformadas. El callejón, la calle, peatonal desde siempre, es un hervidero de tabernas que marcan la entrada al barrio de Huertas, también llamado de las Musas, de las Tablas y de las Letras, barrio de pícaros y de genios, de cómicos y bohemios. donde malvivieron los más ilustres ingenios de aquel siglo de oro : Félix Lope de Vega, Miguel de Cervantes Saavedra, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Esta era en los ochenta una zona bohemia que antaño había sido el escenario, precisamente, de la novela Luces de Bohemia de Valle Inclán. Su personaje, Max Estrella, hace la siguiente réplica: "El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento".Pero hoy todavía se debe visitar el Calejón del Gato para ir al bar  "Las Bravas", especialistas en patatas bravas, como su nombre indica. Se trata de un clásico del tapeo en Madrid y un punto de encuentro casi obligatorio. Además del plato estrella,  te ofrecen especialidades típicas, como su Pulpo, sus orejas y la tortilla de patatas, de primera calidad y en su punto. Los orígenes de "Las Bravas"se remonta a 1933, cuando el local todavía no era conocido por este nombre. Era una taberna de venta de vinos y licores típica de la época,  cuya salsa brava, según aseguran, está patentada. Y, por supuesto, es de las que pican. Al grito de ‘¡Una de bravas!’, desde la cocina van saliendo a diestro y siniestro estas suculentas raciones de este plato tan madrileño. Un buen sitio para tomar el aperitivo y, por supuesyo, recordar a Valle Inclán. 

LAS BRAVAS ÁLVAREZ GATOCalle Álvarez Gato, 3
28012 Madrid.
Tel. 91 522 85 81

 
 

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