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lunes, 27 de agosto de 2012

Triball en Madrid, moda, gastronomía y vanguardia para convertir un barrio degradado en "cool"



Como no podía ser menos que Nueva York que tiene Tribecca, Madrid ya tiene su Triball. En la espalda de la Gran Vía está una de la zonas emergentes y "cool" de la ciudad. Bares, cafeterías, peluquerías alternativas, tiendas de ropa de jóvenes diseñadores, teatros independientes con obras de tan solo 10 minutos de duración… Muchos de estos locales ocupan los espacios de antiguos prostíbulos o sex shop en las calles comprendidas en el llamado Triángulo de Ballesta (Triball), limitado por las calles Gran Vía, Fuencarral y Corredera Baja de San Pablo, dentro del barrio de Maravillas y pegado al también castizo barrio de Malasaña. La creación de Triball en esta zona fue en realidad una iniciativa de una asociación de comerciantes que querían complementar con algo más "indie" la moderna y cercana calle de Fuencarral y la tradicional Gran Vía y a la vez regenerar una de las zonas más degradadas del centro de Madrid.
Gorros de visón y bailarinas parisinas en Scarly, diseños originales en Emiika, ropa y muebles funcionales de origen nórdico en Gük , modelos vintage en Corachan y Delgado (Corredera Baja de San Pablo, 8), son algunas de las cosas que puedes encontar en Triball junto a otras tiendas más tradicionales como Carlos DíezDolores Promesas . Entre lo que no hay que perderse está  Micro Teatro Por Dinero (www.teatropordinero.com, 911 39 78 82), una nueva forma de entender el teatro en la ciudad, con obras de cinco a diez minutos de duración para un público muy reducido casi en sesión continua, con su bar que es un punto de encuentro de artistas y actores. "Por Dinero" está en Loreto y Chicote 9, y aunque esto era antes una carnicería, tiene algo de prostíbulo. En la planta baja se representan cinco obras de teatro al mismo tiempo en cabinas separadas por una especie de biombo. Todas ellas de una duración de menos de 15 minutos para un grupo de público muy reducido que casi puede tocar a los actores. El público puede asistir desde 3 euros y elegir si que quiere ver una o más obras, siempre bajo una misma temática que cambia cada mes. Para tomar algo en TriBall hay restaurantes selectos con cartas pequeñas como Le Patron y lugares con encanto como La Taberna de Agrado (Ballesta, 1), donde también sirven tapas y comidas como las albondigas de foie o el carpaccio de secreto ibérico;  The Quiet Man (Valverde, 44) o El café de la Luz (La Puebla, 8), Lamucca (Plaza de Carlos Cambronero) y La Paca (Valverde, 36), que se mezclan con sitios tradicionales en el barrio como las Bodegas Ardosa o Casa Perico
El escritor Max Aub describió esta zona en su libro La calle de Valverde, y Gonzalo Torrente Ballester en su obra Crónica del rey pasmado. De ser un barrio literario y degradado, Triball se ha abierto a los nuevos diseñadores, a las tiendas gourmet, a restaurantes que cuidan la alimentación desde el punto de vista orgánico o incluso a nuevas propuestas culturales. Todo ello sin perder de vista el respeto al medioambiente y el diseño. Los nuevos espacios apuestan por combinar los elementos arquitectónicos que los hacen peculiares, como los maravillosos y clásicos suelos hidráulicos, con los elementos más sorprendentes de la nueva decoración de interiores. Como delicatessen hay que destacar el particular universo de Spicy Yuli, una coqueta tienda de especias e infusiones o  La Bombonera de Barco 42, con todo un catálogo de chocolates artesanos del confitero Máximo Ron. Lo que hoy es el Triángulo de Ballesta fue hasta mediados del siglo XVI, una zona de huertas con pequeñas construcciones. El Concejo de la Villa comenzó entonces el desarrollo urbanístico de la zona. Allí se albergaron las clases populares que llegaban de provincias a las que les resultaba inaccesible el centro histórico de madrid y los oficios que necesitaban cierto aislamiento, junto a casonas destinadas a residencia de cierta nobleza. En los años 70 del siglo pasado los prostíbulos adquirieron gran auge en la zona. Hoy los clubs de alterne se han convertido en sofisticados probadores. La moda es así.

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