Etiquetas

lunes, 9 de junio de 2014

Gorée, la isla de los esclavos, la sorpresa y la historia de Senegal








Un transbordador recorre en 20 minutos la distancia de cuatro kilómetros que separa Dakar, la capital de Senegal, de la isla de Gorée, que está en la misma bahía. Gorée es una isla llena de buganvillas y palmeras, tranquila, arenosa, sin coches, llena de colorido y casas coloniales que se recorre perfectamente andando y que fue declarada Patrimonio de la Humanidad 
por la UNESCO. En el paseo acabarás encontrándote un monumento a los esclavos y la Casa de los Esclavos, una antigua prisión convertida en Museo, con una puerta trasera donde los esclavos embarcaban directamente para no regresar y desde tiraban a la gente enferma al mar. La historia de esta isla estuvo ligada a la esclavitud desde el siglo XV hasta el XIX. Allí colonizadores portugueses, franceses y holandeses comerciaban con personas que llevaban a América o a Europa. Ahora es un sitio tranquilo, turístico que tiene un Museo del Mar y la que dicen que es la mezquita más antigua de África. Ya antes de llegar ,en el ferry que suele ir llenísimo, te bombardean ofreciéndose como guías para visitar la isla e incluso pidiéndote que visites alguna de las tiendas. No es en absoluto necesario un guía, pero es siempre una opción. El idioma que hablan, en general es el wolof, pero también el francés y si te descuidas siempre hay alguien que te habla en español de fútbol o que ha estudiado nuestro idioma en la escuela.
Los habitantes de la isla son pescadores, comerciantes o artesanos. Hay un mercadillo artesanal y puestos a lo largo del recorrido hasta la zona alta donde está el castillo. Venden cuadros, collares hechos con caurís, pendientes, camisetas, etc. Siempre hay recorriendo el lugar grupos de escolares que visitan la isla y que recuerdan los miles de africanos que pasaron por ella para perder su vida y su dignidad, como algo que la historia no debe permitir que ocurra. La época de esplendor de Gorée fue en el siglo XVIII, cuando se trazaron sus calles y se construyeron sus casas coloniales. Las familias más ricas celebraban fiestas, conciertos y recepciones al estilo de parís e incluso hubo matrimonios de europeos con mulatas, que tenían fama de ser bellísimas. En la isla existe un hotel, el Chevalier des Boufflers, y varios restaurantes pequeñitos donde disfrutar de la gastronomía local basada sobre todo en el pollo y el pescado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario