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miércoles, 4 de junio de 2014

Los colores y contrastes de Dakar, la capital de Senegal

Cuentan que Senegal es el país de la teranga, que en lengua wolof significa hospitalidad. Dakar, la capital, es una ciudad de casi tres millones de habitantes y llena de contrastes, de colores y de olores. Uno de sus barrios más populosos , La Medina, que ha visto nacer a músicos como Youssou N'Dour o escritores como Boubacar Boris Diop, cumple este año un siglo pero está más viva y llena de murales que nunca. El barrio nació cuando los franceses decretaron el traslado de la mayoría de la población negra de la ciudad a una zona despoblada de las afueras, pero mucho han cambiado las cosas en este populoso enclave desde aquel gesto cruel y discriminatorio. Como contrapunto está La Corniche, sobre el mar, donde se agolpan hoteles, embajadas, clínicas, casas de lujo y donde la gente aprovecha para hacer deporte.
En Dakar, hay que ir al mercado de Kermel de 1860, un edificio colonial donde los senegaleses hacen sus compras de comida y donde se ve el ajetreo diario; comprar en plena calle cualquiera de las miles de cosas que venden, desde muebles, a platos, ropa, gafas de sol o zapatos; y hay que ver la Gran Mezquita o la estación de tren. Pero sobre todo hay que patear la ciudad y comer en alguno de los restaurantes africanos para probar la gastronomia tipica, basada en el pescado, el marisco, el pollo y el arroz o cus cus de acompañamiento. Yo recomiendo el restaurante "Chez Loutcha, L'originale", con platos senegaleses abundantes como la Yassa de gambas o la Yassa de pollo. Y por supuesto, si queda tiempo pasarse por la noche para cenar o tomar una copa por el Jazz 4u , con fama de ser uno de los mejores clubs de jazz de todo Africa. Por su escenario al aire libre han pasado las mejores figuras de jazz, rap, folk y reggae y está abierto todos los días hasta las dos de la madrugada. 

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